miércoles, 18 de enero de 2012

El charco. [Capítulo 6.]

Tras decir esas palabras Jake se ocultó en el cristal, el ascensor se abrió en mi planta, y mi madre, que me vio de llegar por la ventana, salió al pasillo. La miré.

-Hoy vienes muy tempranito, casi siempre vienes a las once.
-Lo sé, mamá... Es que me encuentro mal...
-Túmbate en la cama que ahora te llevo la cena, y tápate bien, que hace frío. -Me tocó la frente comprobando si tenía fiebre o no. -Pues fiebre no tienes...
-Mamá, no quiero cenar aún, no tengo hambre...
-Hmm... ¿Ni una manzana ni nada?
-No, gracias...

Entré a mi habitación, cerré la puerta, me descalcé, cogí el portátil y me tumbé en la cama.

-Dichoso internet... -Tardaba mucho en coger la red wi-fi. Era extraño, pues siempre la tenía cogida, el router estaba en mi habitación.

-¡Bely! -Era mi madre.

Abrí la puerta y me dirigí al salón, donde ella se encontraba junto a mi padre, que estaba viendo la tele.

-Dime, mamá.
-Esta tarde ha venido un chico buscándote, le he dicho que estabas con Anabel.
-¿Un chico? ¿Quién? -Me parecía raro, pues no solían llamarme los chicos.
-Decía que se llamaba Jake, era alto, algo más que tu, con melenita y rubio, ojos azules.
-Dime que es mentira, mamá... -Abrí los ojos como platos al oír eso.
-Eh... ¿Por qué?
-Porque... Da igual, mañana lo veré en el instituto.
-Como sea tu novio ya no aparece más por aquí. -Dijo mi padre.
-Tranquilo papá, que no lo es... -Me giré y volví a mi habitación.

Pasé un buen rato frente al ordenador, hablando con Anabel, Queralt y Aya. Queralt y Aya no eran de mi ciudad, por desgracia.
Como cada noche con ellas, reíamos constantemente y nos contábamos cualquier chorrada que se nos pasase por la cabeza.
Cuando quise darme cuenta eran las una menos veinticinco de la media noche, así que decidí acostarme, al otro día me tenía que levantar a las siete y media para ir al instituto. Me puse el pijama, deshice la cama y me metí en ella, apagué la luz.
No sabía el porque, pero esa misma noche sentía como si Jake estuviese vigilándome, y sabía perfectamente que él no estaba allí.

Pasé una de las peores noches de mi vida, tuve una pesadilla horrible. Soñé que, por mi propia voluntad, me iba con Jake, a su mundo. Veía como mis padres ya no se acordaban de mi, como si yo nunca hubiese existido, mis amigos ni si quiera me mencionaban...

A las seis y media de la mañana me desperté entre sudores y lágrimas, no pude volver a dormir.

Minutos más tarde llamaron a mi puerta.

-Va... -Dije adormilada. Abrí y no había absolutamente nadie, cerré la puerta y cuando me giré estaba Jake, justo enfrente mía.

-Bely, hoy es el día, hoy será lo peor de todo, ven conmigo, estás a tiempo. Bely, ¡por favor!
-¡No, Jake!
-Pero te matarán... Y me matarán a mi... Y a tus padres...
-Pero... Yo... Si me voy contigo... No me recordarán jamás...
-¿Cómo sabes eso?
-¿Acaso es cierto? Lo he soñado esta noche...
-Pues sí, es cierto. Pero, ¿qué prefieres? ¿Que no te recuerden o que mueran? No sabes lo que se aproxima... -Cogió mi mano, apretándola.
-Jake...
-¡Huye! ¡Huye del miedo!
-Pero... ¡Jake! -No me dio tiempo a decir nada más, Jake ya había desaparecido, y yo desperté. ¿Era otra pesadilla? Era todo tan real... Sentí su mano junto a la mía, no podía ser una simple pesadilla...

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