lunes, 16 de enero de 2012

El charco. [Capítulo 4.]

Llegamos a nuestro barrio, pues Anabel y yo vivíamos en el mismo. Nos bajamos del coche y nos adentramos en el portal de mi amiga.

-Bely... ¿Te ocurre algo?-Dijo Luisa, la madre de Anabel.
-Sí... Es que vengo pensando y... Bueno... -Suspiré, pensando en lo del coche.
-¿Se trata de un chico, eh? -Preguntó sonriéndome.
-No, no es eso... -Le sonreí para mostrar simpatía.- Preocupaciones típicas de mi edad.
-Ah, entiendo.

Esperábamos el ascensor y hubo un gran silencio. Nos subimos al ascensor, yo observaba el espejo.

-¡Qué presumida eres!-Anabel rió mirándome.
-Uff... Ya ves. -Reí con ella y seguí mirando el espejo.- Aparece...
-¿Quién? -Me miró como si yo fuese una loca.
-¿Eh? ¿Qué pasa?
-Has dicho "aparece".
-Ah... Esto... Una canción, sí, eso. Una canción.
-Estás  muy rarita hoy, eh...

Cierto, estaba muy rara, todo por Jake. Ya dudaba sobre eso, cada vez me creía menos todo lo que estaba pasando. "Me estoy volviendo loca..." Pensaba, y cada vez lo tenía más claro. Es imposible que un chico aparezca en un charco, o un espejo, bueno, por lo menos lo pensaba. Llegamos a casa de Anabel, entramos y ésta y yo nos fuimos a su habitación.
Las paredes de su cuarto eran azules, cosa que me extrañó.

-Anabel, ¿tú no tenías las paredes en rosa?
-Anabel no está...

Me giré bruscamente, ahí estaba de nuevo.
Cada vez era mas raro, él solo aparecía en espejos, y cosas similares, pero ya era la segunda vez que lo veía en persona.

-Dime ya que quieres de mi... ¡ESTOY VOLVIÉNDOME...!

Jake me puso su dedo índice en los labios, haciéndome callar.

-No grites, por favor... Ven conmigo, Bely... No te das cuenta, ¿no?
-¿Darme cuenta de qué? ¿De qué estoy loca? ¿De qué pronto me veré con una camisa de fuerza?
-No... Cada vez que ambos aparecemos en este mundo corremos un gran peligro... Vienen a por ti...
-¿A por mi? ¿Qué he hecho?
-Creen que eres uno de los nuestros... Y hasta que no lo seas... Intentarán matarte... Por eso te pido que vengas conmigo, yo te cuidaré... Seré tu caballero protector... Solo porque yo quiero...
-Jake, no. ¿Y mis padres? ¿Y Anabel? ¿Y el resto de mis amigos? No iré contigo, jamás...
-Corre... Huye del miedo...

Jake desapareció, como de costumbre.
Aparecí sentada en la cama de Anabel, acariciando a su perrita Kindy.

-Ya te echaba de menos la loca. -Anabel rió.
-Eso parece, no para de morderme la mano ni de menear la cola.

El hermano de Anabel, Sergio, vino a la habitación. Era pequeño, tenía 7 años y mucha energía. Rubio, de ojos azules también.
-¡BEEEEEEELY! -Vino corriendo hacia mi, asustando a la perra, que salió corriendo hacia el otro extremo de la cama. El pequeño me abrazó con fuerza.
-Hola, Sergio. -Lo abracé también sonriendo.
-¿Sabes que tengo un patinete nuevo? -Dijo con una amplia sonrisa.
-¿Ah, sí? ¡Cómo mola! -Reí.
-Bueno, Bely. Me voy al salón a jugar con mi trenecito eléctrico. -Salió corriendo hacia el salón. Vino de nuevo.
-Ah, Bely.
-Dime, enano.
-Corre si quieres mientras que del miedo huyas...
-¿Eh...?
Miré a Anabel, pero no estaba, las paredes eran azules de nuevo.
¿Qué estaba pasando?

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